Histoire de vivre sans histoire
Manera de vivir sin historia
Jean Allouch
Una enfermedad a largo plazo
Guy Le Gaufey
Formas materiales de la similitud
Claudia Gaspar
Sobre la nominación “spychanalyse”
Marcelo Pasternac
Un club de lectores
María Inés Pérez
¿Qué clase de experiencia es un psicoanálisis?
Susana Bercovich
Sobre las huellas del Dr. Gustavo Quevedo
Juan Alberto Litmanovich
Las estructuras latentes en la escritura de la historia
Alfonso Mendiola
La fotografía del álbum
Edwin Sánchez A.
FABRICACIONES
Dickens, las grandes ilusiones
Estela Maldonado
El santón Joyce (Joyce avec Piglia)
Raúl Vidal
Languautismo
Marie Claude Thomas
Dice Oscar Wilde en El crítico como artista que la única obligación que le debemos a la historia es la de reescribirla. Es parte de su aproximación, siempre punzante, a lo establecido; pero es también una verdad: ¿cómo podríamos no hacer caso del apotegma cuando nos enfrentamos día a día con que aquello que habíamos aceptado como una "verdad" histórica tiene sus salvedades?
Lacan siguió en esa ruta, desde luego, haciendo de él un wildeano sin saberlo, de la misma manera que Wilde, en más de un sentido, fue un "lacaniano" avant la lettre.
Hace algún tiempo, y para poner a prueba tal sentencia, así como algunas otras, se llevó a cabo en París, organizado por la école lacanienne de psychanalyse, el coloquio La psychanalyse, malade de l'histoire (El psicoanálisis, enfermo de historia). Y claro, ese apego a la "historia", quizá con la falsa idea de que ahí se debate el devenir del sujeto, queda en entredicho. Incluimos en este número, pues, algunas exposiciones que se realizaron en esa actividad junto con otros trabajos que, por su amplitud, variedad y complejidad, nos ayudan a ubicar de otra manera las historias que nos contamos.
Continuando con nuestra serie de cuatro TEXTOS DE me cayó el veinte sobre Sócrates, ofrecemos a nuestros lectores un clásico del tema. El inencontrable, Sócrates: su medio, su persona su pensamiento del abad A. J. Festugière, y que es una referencia obligada de los helenistas. Es un texto que intenta "desmitificar" a Sócrates al mismo tiempo que lo presenta en una dimensión, digamos, más "humana".
Como es habitual en me cayó el veinte, nos complace presentar a nuestros lectores la obra de una joven artista mexicana: Alejandra Contreras Estopier, becaria del Fonca, que nos ha permitido reproducir Vértigo primigenio, óleo sobre tela montada en madera, 2006, 120 x 120 cm. Como siempre, nuestro más profundo agradecimiento por permitirnos agregarla a la ya considerable galería de obras que enmarcan nuestra revista.
Sócrates: su medio, su persona, su pensamiento.
El Sócrates de André Jean Festugière (1898-1982) es un estudio clásico, escrito con la pasión del helenista y la convicción del creyente. Sus argumentos se inscriben en la corriente neoplatónica de raigambre clerical, surgida en la Francia de las entreguerras, y que más tarde vería en Pierre Hadot y Michel Tardieu a sus dignos sucesores.
Festugière se debate entonces entre la figura de Sócrates en su extremada rareza: como ironista, comadrona, tábano, pez torpedo, músico y danzarín; y otra —de sesgo apologético que destaca al hombre justo, piadoso, sabio, humilde, y convencido de estar guiado por una fuerza divina.
La elegante prosa de Festugière encuentra su complemento perfecto en la traducción del poeta alicantino Juan Gil-Albert.
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