¡me cayó el veinte!

es nombre que, en principio, parece no tener mucho que ver con un proyecto de publicación psicoanalítico; y, sin embargo, el habla popular mexicana hace caso de manera privilegiada de ese momento, en el transcurso de un análisis, en que algo, por caer, queda colocado de manera diferente. Si en el pasado, cuando existían los teléfonos que funcionaban con veintes, la frase en voz activa anunciaba la posibilidad de hablar, en voz pasiva da cuenta del momento subjetivo (¿subjetivante a la vez?) en que alguien, alguno, uno, dice para sí mismo, a veces con alegría y a veces con dolor: ‘me cayó el veinte’, asumiendo con ello una verdad que, hasta antes de ese momento, se escabullía.”

— Fragmento de la presentación de , nº 1: Erotofanías, México, 2000.